"Encendí las luces y 'oh Dios mío, un metro de tierra en mi dormitorio'", dice Charles Reeves, todavía sin poder creerlo, mientras le muestra su casa a la BBC. "Me sorprende que el suelo haya aguantado todo esto". Reeves, propietario de una vivienda en el norte de Londres, regresó de trabajar en el extranjero y encontró su casa familiar convertida en un cultivo de cannabis. Criminales, haciéndose pasar por inquilinos, habían vertido 10 toneladas de tierra en la propiedad. La sofisticada operación causó grandes daños en la casa.