A la altura de la calle Cuenca de la capital valenciana, el párroco perdió el control de su coche, llevándose por delante a varios vehículos que se encontraban estacionados en la vía –nueve motos y dos turismos–, así como las mesas y las sillas de un bar próximo, del que ningún cliente resultó herido, gracias a sus rápidas reacciones esquivando el vehículo del párroco.Tras la colisión, el cura no se detuvo y continuó circulando otros cien metros por la citada calle, hasta que al final de la calle anteriormente mencionada chocó nuevamente.