Esta carta debería ser un finiquito. El suyo, concretamente. Lástima que yo sola no lo pueda firmar y decidir. Ustedes se deben a los ciudadanos, que somos muchos, y quizá todavía quede alguno que aplauda su comportamiento de los últimos tiempos. Me parecería marciano, pero todo puede ser. Ustedes están consiguiendo algo francamente difícil para los trabajadores de a pie: mantienen su puesto y su salario, a pesar de que llevan meses tocando el violín en horario laboral.