"Mi familia me educó en la Iglesia católica, me bautizó, hice la Comunión, fui a campamentos parroquiales e incluso fui monitor y salía en la Hermandad de la Virgen de los Dolores de mi pueblo", es el relato de Antonio Alcaide, de 30 años, bisexual y cristiano. Sabe que la jerarquía de la Iglesia católica no le acepta en su seno y entre las bases "hay de todo", pero no por ello renuncia a sus creencias. "Yo no podía cuadrar el mensaje del amor de Jesús con la condena a lo que yo siento hacia una persona de mi mismo sexo"