Bill Walton se despierta de la siesta en Portland, Oregon. Es un 28 de febrero de 1978 y la casa está tranquila. Ni rastro de sus habituales compañeros de charla y rebelión. Ni rastro, por ejemplo, de Jack Scott o de su mujer, «Mickie» McGee, miembros del Radical Sports Movement y amigos en el pasado de Patty Hearst, la nieta del magnate que una vez fue «Ciudadano Kane», secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación en 1974 y miembro activo de dicha banda terrorista durante los dos años posteriores, hasta su detención e ingreso en...