A los siete años Lucía Sócam empezó a estudiar música en su pueblo, Guillena, y más adelante se tituló en el grado medio en el Conservatorio Profesional Cristóbal de Morales de Sevilla. Con catorce años logró que sus padres le compraran la primera guitarra y a partir de ahí, aunque ella aspirara en principio a ser la chica de los coros, esa voz que no se sabe bien de dónde viene pero que tan estupenda queda en una canción, acabó poniéndole música y letra a la memoria del olvido, la que sigue enterrada en fosas y cunetas por toda España.