El consentimiento ha caído en Francia como una bomba. Se trata, como ustedes seguramente saben, del testimonio de una mujer que en 1986, siendo ella una colegiala de catorce años, fue seducida por un escritor de cincuenta. Era delito, claro, pero nadie molesta a Matzneff. Si cartas anónimas advierten a la Brigada de Menores de lo que está pasando, los policías se limitan a hacerle una visita cortés, muy honrados de poder saludar al gran hombre.