Los tiempos del KGB, los juegos de espías y la paranoia soviética por las filtraciones regresan a Moscú. Tras las revelaciones de Wikileaks, con las que salieron a la luz millones de cables diplomáticos, y las más recientes acusaciones del ex analista de la CIA, Edward Snowden, que acusó al Gobierno británico de haber espiado a Dimitri Medvedev durante las reuniones del G-20, resuenan ahora en el Kremlin los ecos de la Guerra Fría. El miedo de la Inteligencia rusa ante posibles filtraciones ha causado recelo frente a los documentos electrónicos