Hank Skinner, un norteamericano acusado de triple homicidio, apura sus últimos momentos de vida en el corredor de la muerte de la prisión de Ellis, en el estado norteamericano de Texas. Si no media un milagro, el próximo día 24 será ejecutado sin que se hayan practicado las pruebas de ADN reclamadas por la defensa para demostrar su inocencia. Ese mismo día, empezará en Ginebra el cuarto congreso mundial contra la pena de muerte. "Por desgracia no podré participar, estaré en Texas, espero lo peor", admite Sandrine Ageorges, esposa de Skinner..