"Cada uno a su modo, con caracteres disímiles, con estilos irreconciliables, de una forma soterrada pero radical, Pedro Almodóvar y Carlos Boyero siempre han estado, de alguna forma, solos; combatiendo el ruido y la furia en una partida cada vez más arriesgada con su propia sombra. Comprobando ambos, al pasar las décadas, que ningún laurel, ninguna fama, ninguna juerga interminable, ninguna ninfa o fauno de los bosques serán nunca suficientes para suplir el esplendor perdido en la hierba. A los dos les supura la orfandad por los ojos"