Hay una profunda corriente de cinismo en toda esta historia. El “movimiento” conservador, el enorme enjambre de ONGs, activistas, lobistas, abogados, grupos religiosos y demás gente indignada como el mundo, tiene un montón de gente que tiene genuinas creencias religiosas y una incansable obcecación con oprimir al prójimo, pero para muchos de sus líderes, todo el tinglado no deja de ser un negocio. Quieren aprobar leyes y en general prohibir todo aquello que les parece pecaminoso, sin duda, pero el tema con el que indignarse les da igual.