«Siempre me toca, macho, qué puta mala suerte, todo el rato llorando”, se ha quejado. «Y la madre pasando, macho», ha protestado. La madre, Isabel Bruño, se ha quedado dormida antes del despegue y lleva una hora con la cabeza pegada a la ventanilla, desentendiéndose de su marido y de su hijo. “Esta tía se cree que puede ir a su bola porque los demás seremos comprensivos, pero todo tiene un límite”, lamenta San Miguel en referencia a su esposa.