El escultor Jordi Díez conoce las medidas de la caja torácica de Rafa Nadal, de su pelvis, de su húmero, de su fémur, de su cráneo… Pero, por alguna razón, el parecido no siempre obedece a las mediciones. Hay entonces que tirar de intuición, de experiencia, hasta que el rostro del tenista, un minuto antes no, de repente sí, cobra vida en el acero.