España huele a hostias y, lo peor de todo es que, a pesar de la visita del Papa en la JMJ 2011, no huele a hostias consagradas, de esas que representan el cuerpo de Cristo en la Tierra, justicia, amor, solidaridad, etcétera. Más bien al contrario. España en general y Madrid en particular huelen a hostias de las que se han visto en Grecia, en Francia y, más recientemente, en Inglaterra.