Ahora soy yo la que vivo en una espiral de terror. Y siento que no puedo salir de ella. Tampoco tengo muy claro cómo empezó todo, cuándo llegaron las sombras. Porque, al principio, todo fue luz. Él era divertido, atento, apasionado. Me quería tanto. Tanto. Quizá por eso disculpé sus primeros comentarios con una sonrisa. No me seas ‘celosón’, le decía divertida. Él también reía. Reíamos los dos de lo tanto, tanto que me quería. Hasta le ponía nervioso que quedara con mi amigo de la infancia. Para ser homosexual, bien que te achucha, decía él.