Me pareció que lo tenía medio convencido, al menos, de que el aborto debía ser legal, pero en ese momento irrumpió en la conversación otro amigo que dijo algo así como: “¡Bah, qué gilipollez! Que un feto sea o no un ser humano o un sujeto de derechos es un asunto puramente cultural; en Esparta se podía matar a los niños hasta los 7 años sin que eso fuera delito, ni siquiera era inmoral…” El colega opusino lo miró con espanto y ya no hubo forma de reconducir la conversación a un terreno compartido.