Técnicamente, no debería escribir sobre Fanta, porque no es una empresa. Es una marca, pero sus inicios son tan curiosos que merece la pena contar su historia como parte de Coca-Cola. Nació siendo una bebida alemana que usaba manzana, murió durante una década, y resucitó como un refresco italiano de naranja. En pocos años, se convertiría en un símbolo más del 'neocolonialismo' estadounidense, al llegar a todos los rincones del globo de la mano de la multinacional de cola más famosa.