La cuestión de fondo es que cuando hay crisis económica, el gobierno aristocrático (que en realidad es un gobierno plutocrático, es decir, de los ricos o, en cualquier caso, para los ricos) es incompatible con el gobierno democrático. Es verdad que, como en la Grecia clásica, en esas tesituras aparecen casos de corrupción personalizados, pero siempre son calderilla en comparación con el robo de las arcas públicas realizado por empresarios que tienen en nómica a los políticos y cuentan con el beneplácito de jueces corrompidos [...]