Esta especie de juegos del hambre, una "subasta de derechos laborales", tal como la ha definido uno de los sindicalistas, ha dejado la plantilla "incordiada y cansada", después de semanas de incertidumbre. "Ha sido una negociación totalmente atípica, puesto que la empresa, en lugar de plantearnos sus demandas, pretendía que fuéramos nosotros quienes dijéramos hasta dónde estábamos dispuestos a rebajarnos. Paralelamente, la dirección de la fábrica de Saarlouis negociaba de forma similar con los sindicatos alemanes.