Si la Macarena pudiera hacerlo, sacaría arrastrando a Queipo de Llano de su casa porque una mujer judía, pobre, con un hijo perseguido y asesinado por el poder político y religioso, símbolo de un barrio sevillano obrero donde se levantaron barricadas contra el fascismo y donde ella presidía la cabecera de muchas camas de mujeres comunistas y anarquistas violadas, pisoteadas, denigradas por el general franquista y su gente, no podría hacer más que arrastrarlo fuera de su casa y tirarlo al contenedor más próximo.