Su última voluntad antes de morir, concedida por sus verdugos, fue orinar de cara al pelotón antes de ser ejecutado como acto de rebeldía a las puertas de la muerte. Cuando Bebe iba a ser fusilado, se enfrentó al pelotón que le iba a asesinar para orinar por última vez: – “Un momento”, manda. Y los soldados, gallegos como él, futboleros como él, obedecen. Entonces Bebel se desabrocha la bragueta, lentamente, botón tras botón, y de cara al pelotón echa una larga meada. Después, se abrocha la bragueta: – “Ahora sí.”