Son muchos los favores recibidos por una dictadura asesina de la que la Iglesia católica, además de cómplice, fue una de las grandes beneficiadas. A cualquier persona que defienda los valores cristianos se le deberían revolver las tripas sólo de pensar que, en el mismo templo al que acude a rezar a su dios, descansa y se venera a un dictador homicida. No cabe duda de que, enterrando allí a esta momia, los fascistas reforzarán uno de los puntos en los que ya acostumbraban a concentrarse para venerar al viejo (la Plaza de Oriente).