Su contrato era por media jornada, pero pronto las tareas diarias comenzaron a superar, con creces, lo firmado. Más allá de las cuatro horas acordadas, "por las tardes tenía que tener total disposición con mensajes, llamadas, correos, trabajo por las noches y hasta altas horas de la madrugada. Ha habido ocasiones que he estado hasta la una y tres de la mañana, fines de semana, festivos...", ha relatado. Sin embargo, uno de los momentos más complicados fue cuando se produjo el debate de las cuentas regionales.