Ávila es una provincia que hasta hoy parecía dormir el sueño de los justos, resignada y afectada por la despoblación desde los años 60, la carencia de industria, y el desempleo. Pero este año, sus pocos habitantes han empezado a despertar: les han tocado sus mismas raíces, y no quieren que su vida se seque, como la naturaleza silenciosa y rica que les rodea, y que se verá afectada por explosiones y traqueteo de minas al modo y manera de los antiguos romanos. Explotaciones y expoliaciones que ni son pan para hoy, y sí hambre para mañana.