Una sociedad donde las manifestaciones del Cristianismo se redujeran a su mínima expresión y, en todo caso, no fuesen nunca públicas y estuviesen encerradas en el ámbito de lo personal o, en todo caso, del pequeño grupo, de lo privado. Esta utopía (“distopía”, para muchos) ya se ha comenzado a construir y, sobre todo en los países occidentales, la obra está bastante avanzada.