La leyenda viene a criticar cómo los gobiernos despilfarran absurdamente el dinero. En este caso se menciona un hipotético martillo, que a veces es un destornillador, o un inodoro, que algún departamento compra y que por cosas de los trámites, papeleos y sobrecostes acaba teniendo un coste de 600 dólares. Según dicen en GovExec, citando a profesores y antiguos funcionarios del gobierno, el famoso martillo existió, pero su precio original era de 15 dólares, una cantidad mucho más normal y razonable.