Las mujeres carecían de derechos políticos y la función de las esposas era basicamente procrear, así que el arrebato sexual, la pasión desatada o erós, eso se daba fuera de la institución familiar. Abundaban los burdeles (dicteria), instituidos en Atenas por el respetable Solón y regentados por funcionarios públicos y -como es comúnmente conocido- la homosexualidad era habitual, aunque en un sentido algo distinto del actual.