No les asiste la legalidad, tampoco la prudencia. Pero les da lo mismo. Prefieren incendiar un partido de fútbol o provocar un conflicto institucional con tal de abrir un debate que tape sus miserables corruptelas. El Partido Popular está especializado en esas artimañas de comunicación. Y ahora lo que toca es acallar los ecos de las confesiones de Marjaliza. Pero su mierda empieza a ser tan grande, tan maloliente, tan extendida, que ni siquiera en Cataluña van a encontrar suficientes banderas para taparla.