La gente no sólo cambia, sino que te sorprende. Antonio, por ejemplo. Tiene dos hijos pequeños y su mujer se murió en un accidente de tráfico. Antes del accidente, Antonio parecía Forrest Gump... Cuando Elena murió, todo el mundo: profesores, pediatra, vecinos, policía, yo mismo, empezamos a correr como locos ¿Qué va a pasar con esos niños? Pero Antonio no cumplió con ninguno de nuestros malos augurios: se peló, se afeitó, mentiría si dijera que se ducha cada día...