Inocencia, bondad y vida, ese ha sido el símbolo asesinado en las Ramblas de Barcelona cuando aquella furgoneta irrumpió por el paseo y, al final de un reguero inmenso de gritos y de dolor, quedó tendido en el suelo, sin vida, un niño de tres años que paseaba de la mano de su familia. Su cadáver pequeño estaba en el suelo y era el mismo dios el que yacía, asesinado por vosotros, malditos, en ese paseo que antes olía a flores y a bullicio de verano.