Es muy difícil escribir cuando, bien adentro, la tristeza y la consternación invaden tu estado de ánimo. Pero escribiré igualmente para que en ningún caso me rendiré ante el oscurantismo. Muertos. Sólo muertos. Cada día. Torturados, decapitados, tiroteados, colgados, apedreados; en fin, asesinados a sangre fría. Aquí, allá y más allá. El odio parece ganar sobre el amor. Es el atentado de unos pocos contra la vida pacífica de muchos.