Veo al AC Milan: once berlusconcitos que en cada carrera se dejan un reguero de nada. Su Silvio, el dueño, es un tipo estirado, físicamente, claro, que presume de lo que no tiene: juventud, vergüenza, ética. Su equipo es una representación de todo ello, de lo que le sobra y de lo que le falta. No me ha gustado el árbitro calvo. Es la segunda vez que me parece nadería disfrazada de Pierluigi Collina...