Pedro J es un periodista-artista. Ni de derechas ni de izquierdas, dice, sino todo lo contrario. Capaz de jugar con todos, de negociar con todos, de admitir filtraciones de todos, de aprovecharse de todos… y de traicionar a todos. Pedro J es una máquina de hacer periodismo, su periodismo. Tiene olfato, cintura, chispa, es un trabajador incansable, es brillante, ágil, bebe gin tonics premium, es más peligroso que un mono con una escopeta. No es una víctima. Es un peligro público.