"....Todo aquí huele a dos medidas, manga ancha para los míos, para mis secuaces, mis sayones y mis matones, y palo para el enemigo. Y para ser alguien hay que tener un enemigo, un capazo de las hostias, un apestado, o varios, que nos permita ejercer de buenos, de rectos, de justos, de profesionales de la libertad. ¿Incivilidad? Quiá. España, el intratable pueblo de cabreros del que hablaba el primo poeta de Esperanza Aguirre, y donde, con una propiedad absoluta, a la cainina se le llama sangría...."