El ataque del pánico del Partido Socialista por las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre la ganadería, solo puede entenderse ya desde la ignorancia, la torpeza y/o la maldad más manifiestas, es decir, el anteponer los intereses partidistas espoleados por poderes fácticos de la zona (empresarios dueños de macrogranjas y captadores de subvenciones de todo pelaje) por encima del interés general (medioambiental y de la ganadería extensiva).