Esta actitud de rechazo es una descorazonadora señal de cerrazón e incultura, y solo puede explicarse por esa actitud de rechazo general a España (les robamos el oro, violamos a sus mujeres, los matamos a puñados) que con tanta frecuencia encontramos en individuos llamados Pérez, Gómez, Fernández o incluso Cervantes o Quevedo, descendientes quizá de los españoles de América que se independizaron de Fernando VII a principios del siglo XIX.Vía
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