Durante un breve periodo de tiempo, a principios del siglo XX, Coney Island fue el espectáculo más deslumbrante del mundo, un país de las maravillas de la luz, la imaginación y el ingenio que parecía anunciar la promesa de una nación emergente en los albores del siglo que llegaría a dominar, Los tres grandes parques de atracciones de Coney Island -Steeplechase, Luna Park y Dreamland- llevaban a los visitantes no a atracciones sino a viajes: bajo el mar y alrededor del mundo, al pasado, al futuro, al espacio exterior, al espacio interior.