Nos conocimos en 2008, que fue un año malo para los dos. En tu galaxia estallaron las Guerras Clon y en la mía, la Gran Recesión. Tú tenías catorce años y yo, veintitrés recién cumplidos. Parecería una ranchera de Bertín Osborne si no fuera porque aquel amor nuestro no era de los bonitos. Era de los tóxicos, como se dice ahora. Y la culpa la tenía yo. Todavía no había plataformas de streaming.