La historia se remonta a hace siete años, cuando el detenido, S. G. B., y la víctima, coincidieron en la misma empresa. A pesar del tiempo transcurrido, y de que ya no eran compañeros, urdió un plan que puso en marcha el pasado martes. Tenía perfectamente controlado a su ex colega: sabía a qué se dedicaba, dónde y demás detalles. Así que, ni corto ni perezoso, compró una botella de gasolina que lanzó al interior de su coche, rompiendo uno de los cristales, y la prendió. El vehículo fue pasto de las llamas de inmediato.