Nadie sabe qué va a ocurrir a plazo corto, pero hay pocos que no presientan que va a suceder algo extraordinario. Y es que el ser humano social está dividido irremisiblemente entre optimistas y pesimistas, mientras los realistas hacen su agosto. Los realistas no tienen otra cosa en la cabeza que amasar dinero, ejercer influencia o atenazar el poder, se desentienden de toda visión futurista, y siguen fabricando la historia... Sólo hace falta ver los titulares sensacionalistas de la prensa generalista a la mínima ocasión: eso es lo que vende.