Lo bueno de esta historia es que no es lineal, sino que está llena de contrastes. Por ejemplo, donde se sientan ahora los miembros de la Mesa del Parlamento para presidir las sesiones plenarias, antes lo hacía un tribunal militar de la Guerra Civil española, que dictó muchas sentencias de muerte y arrastró a los condenados hasta el Cuartel de San Carlos para fusilarlos. Y donde los diputados aprueban leyes y hablan de política, también se apostó un día de 1987 Déborah Merino, con las piernas cruzadas, desparpajo, tacones y minifalda.