En el caso de las granjas de cerdas reproductoras, la normativa exige incrementar el espacio de los animales, lo que se traduce en ampliaciones de las naves en un 25 por ciento. Según los cálculos de Bernis, estas ampliaciones suponen un coste de unos 50.000 euros por cara cien animales. Para el caso de las de engorde, los cambios, por ejemplo, se refieren a la superficie donde son los animales, con los agujeros que tienen y el hormigón que tiene la zona donde pisan.