Don Ramón Tamames tiene un amigo cabroncete ¿quien no ha tenido alguna vez uno así? El típico colega de juergas, de risas procaces y alcohol. Ese amigo al que no le puedes dar la espalda porque a la mínima te gasta una broma inmisericorde, o aprovecha cualquier azar o acontecimiento vital para echarse unas risas a tu costa. Ese amigo a menudo ha sufrido la peroratas sabihondas de don Ramón, sus exhibiciones pedantescas, ya seniles. Quiere a don Ramón pero se ríe de él, y no puede evitar hacerle una buena jugarreta que le ponga en ridículo.