Película de propaganda de espectacular simplismo y superficialidad, sólo interesante desde un punto de vista informativo, como documento de muchos de los elementos que el partido nazi imponía en su sociedad. La relación amorosa entre el chico nazi (Tim Holt) y la chica americana (Bonita Granville), no es que sea sonrojante, que lo es, es que es surrealista y a veces incluso despierta cierto instinto agresivo en el espectador al ver semejante chuminada.