En una entrevista digital del diario El País, el crítico cinematográfico Carlos Boyero dedicó las siguientes palabras a La Naranja Mecánica: “No me gusta por efectista, por pretenciosa, por fea, por intelectual, por revolucionaria, por estar tan autoconvencida de su arte, porque le fascina a tanta gente que a mí no me gusta nada”. Nunca un comentario negativo había sido tan adecuado para ilustrar la magnificencia de una obra, que cuatro décadas después de su creación aún conserva intacta la capacidad de sorprender y remorder conciencias.