La UME, empleando personal escasamente cualificado en relación a las tareas que acomete, está usurpando puestos de trabajo, desplazando a parte de los operarios que tradicionalmente asumían esos trabajos, practicando intrusismo e impidiendo que personal debidamente formado y equipado se haga cargo de dichas tareas, lo cual, obviamente, acarrea una clara mengua de calidad en el servicio. Imagine que un día cualquiera acude usted a la consulta de su médico de cabecera. En lugar del galeno, tras el ordenador de la mesa hay un sargento uniformado.