El final del confinamiento aún queda lejos. Más vale que pensemos en mediados de mayo como la fecha en la que podamos ver sin una pantalla mediante a nuestros seres queridos. Abrazarse, llorar y recordar los que han sufrido el drama de la muerte entre los suyos. Los pocos que odian seguirán haciéndolo cuando esto acabe detrás de su ordenador, encerrados en sus casas, lamiéndose las heridas de su fracaso y salivando su hiel, el resto, la inmensa mayoría, saldrá corriendo a abrazar a los que aman. Es que no conocen España.