Cuando Vlahos supo del fatal diagnóstico de su padre, grabó cientos de horas de audio en las que este se explayaba sobre su matrimonio, aficiones y memorias en general. Quería evitar que su vida, como tantas otras, se perdiera en el río del olvido.
Un trabajo así estaba condenado a acabar en algún cajón, olvidado en un pendrive o en un disco duro portátil. Sin embargo, por aquel tiempo, Vlahos estaba escribiendo un libro sobre IA conversacional. Y vio que esa tecnología podría valerle para rescatar de una forma muy intuitiva la voz y el espí.