Esta semana un colegio concertado de Madrid ignora la petición de 400 personas del alumnado para que las chicas pudieran ir a clase en pantalón porque "se sentían incómodas" en falda. No es una decisión arbitraria, es una decisión misógina. Las chicas, a pesar de elevar su voz y denunciar los inconvenientes de la falda, uno de los elementos machistas impuestos por la machocracia, han recibido un sonoro portazo.