Al cumplirse un año del anuncio de alto el fuego permanente, general y verificable, ETA sigue fiel a lo que fijó en los documentos que sirvieron de base para el «proceso», que, a través de intermediarios, estableció con socialistas y nacionalistas durante la anterior legislatura: no se va a disolver, no va a entregar las armas y, por lo tanto, se reserva el papel de garante de que sus fines independentistas podrán ser alcanzados.